Utopía

Tu vida tiene sentido, y tu felicidad es el destino

domingo, 12 de junio de 2011

Una Daga en tu corazón

Esa noticia, no sé si me la dijo muy tarde o muy temprano o nunca debió habérmela contado.
Esa chica con la que casi nunca hablaba, la veía mucho, porque es la amiga de una muy buena amiga mía, pero no hablaba de nada personal con ella y nunca le había dicho que me gustaba Gustavo; puede que una vez haya mencionado su nombre y haya dicho que lo veía muy lindo, pero nada más.
Esa chica se llamaba Lucia  y ahora pienso que ella va a estar en muchas páginas de este diario. Esa supuestamente agradable chica hablo con Gustavo y le conto muchas cosas de mi, cosas que ella no debió haberle contado.
Primeramente le dijo que yo bebía (y ciertamente no quería que Gustavo sepa eso), después le dijo que yo le hablaba todos los días a su casa (cosa que no es cierto, porque yo nunca había hablado por teléfono con ella) para decirle que me encantaba  Gustavo y lo amaba, que no paraba de pensar en él y que estaba totalmente obsesionada.
No hay que ser muy iluminada para saber que todo lo dijo por una simple causa, a Lucia le gustaba Gustavo, y haría todo lo imposible para conseguirlo, aunque sea jugando sucio.
Al enterarme de eso me quede muy pensativa, me quede sin hacer nada mientras Daniel estaba en el teléfono esperando mi reacción.

El viaje hasta Salta duro 2 días, y al llegar hable con todas mis amigas sobre el tema de Lucia y Gustavo. La idea en común que tuvimos después de tantas locas y desenfrenadas ideas que se nos ocurrieron, fue hablar con ella muy seriamente del tema aunque sea por Messenger.
Todo el tiempo que estuve en Tarija no pude hablar con ella y cosa que estuve conectada todo el día, la pura verdad, es que me había bloqueado porque no quería que le diga nada.

La traición de una persona conocida, tu compañera, de la persona que menos se espera, de la más callada, de la menos busca problema, de la persona que ves muy agradable, y que cuando alguien dice algo malo de ella, vos decís, “Solo es tímida pero es una persona muy agradable, por lo menos me cae bien a mi”. La traición de esa clase de chica la traición que viví en carne viva.
La traición de tu mejor amiga, la traición de tu peor enemiga, la traición de tu hermana. La traición de cualquier persona, aunque no sea tu conocida; es una daga que traspasa tu corazón, aunque vos trates de pensar en que no es.
La traición de que cuenten tu secreto mas preciado, la persona que prometió no contarlo nunca, esa persona que lo cuenta a las personas que pediste por favor que nunca, ni en sueños les cuente.
Esa daga en tu corazón puede ser tan pero tan difícil de curar que puede llevar años en reparar la herida, o no puede sanar nunca; siempre te quedas con inseguridad hacia la persona que te traiciono.
No sana ni con venganza, ni con pelea, ni con pagar con la misma moneda.
Tampoco sana cuando te cerras con la gente, cuando dejas de creer en la amistad, cuando dejas de creer en las personas, cuando la desconfianza te embarga.
Hay mucha gente mala, pero la mayoría no es tan mala. Yo creo que la mejor opción para sanar esa herida es siempre no desconfiar, nunca. La desconfianza no sirve. La desconfianza genera intrigas y las intrigas dividen y debilitan. La desconfianza te debilita y te aísla, terminas desconfiando de todos. Entonces el verdadero mal te lo haces a vos y no a los otros. Los otros te dejan solo, y solo sos más débil, y ahí sí te pueden atacar porque sos vulnerable. La desconfianza nos recluye, nos hace perder nuevos afectos y nos deja a la deriva. A la deriva estás y si no confías no te relacionas y ahí sí, solo sos muy frágil. Nos podemos equivocar, confiando en la gente equivocada, pero la mayoría de las veces no es así, confiamos en los amigos, en los verdaderos amigos.

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